martes, 6 de mayo de 2014

La costa de Cádiz y sus maravillosas playas

La costa de Cádiz encandila por sus maravillosas playas, desde las vastas y concurridas extensiones de finísima arena y agua transparente hasta las más recónditas y salvajes, ideales para escapar del mundanal ruido. La tacita de plata se baña en dorados y azules. Las playas de la ciudad de Cádiz figuran entre los mejores arenales urbanos de España. La costa de la provincia, con una cara bañada por el Mediterráneo y la opuesta a merced del Océano Atlántico, cuenta con innumerables tesoros en forma de extensas y doradas playas de aguas cristalinas. Desde la ciudad de Cádiz hasta Tarifa se extienden las playas oceánicas gaditanas, auténticos paraísos enclavados dentro de la Costa de la Luz.

La porción de Costa del Sol que conforma la costa gaditana seduce los cinco sentidos y conquista a quienes buscan paz y a quienes prefieren guerra. Como paraíso para el descanso, el rumor del Océano Atlántico arrulla el desfile del Sol por el horizonte. En las mismas playas, los más inquietos encontrarán un escenario de frenesí, representado en los deportes acuáticos y de arena. Aeróbic, cine, o conciertos son solamente algunas de las actividades que se desarrollan sobre la finísima arena de la costa gaditana, diversión garantizada para toda la familia en algunos de los mejores arenales de España. No en vano, gran parte de la costa gaditana ha sido galardonada con la Bandera Azul europea que reconoce la calidad de los arenales.

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La Victoria y La Caleta, paradigma de playas urbanas

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Rodaje de una película en la playa de La Caleta
 
La ciudad de Cádiz cuenta con 7.220 metros de playas maravillosas de arena blanca. Por su extensión y la amplia oferta de ocio que en ella se desarrolla, destaca la playa de La Victoria, la más visitada por turistas y gaditanos.

Conciliadora en las necesidades de diversión de oriundos y visitantes, en La Victoria convive la faceta más tranquila con la acción más trepidante. Los servicios que se ofrecen sobre su fina arena son el fiel reflejo de la dualidad de esta playa. Por un lado, se alquilan sombrillas y confortables hamacas que invitan a rendir el cuerpo al paso de las horas y por otro lado se ofrecen completos y modernos equipamientos para arrojarse a la aventura acuática. Los más audaces podrán arrendar modernos equipamientos que se ajustan al nivel de adrenalina, desde motos náuticas a los clásicos pedales de mar. Su oleaje moderado permite también divertidos baños en familia.

Sobre la arena, pueden practicarse algunos deportes en la playa, como el rugby, el voleibol o el fútbol. Su paseo marítimo, con un elenco de locales de hostelería y restauración, actúa como cosmopolita frontera entre la playa y la zona de viviendas, mientras que los kioscos instalados en la playa mantienen un inigualable ambiente de día y de noche.

La playa de La Caleta, por su parte, es una playa histórica con mucho encanto, fue sede de un lujoso balneario y por su parecido con el malecón de la Habana ha sido escenario de numerosas películas. Como ejemplo, fueron las aguas de La Caleta de las que emergió Halle Berry, ataviada con el ya famoso bikini naranja, en una de las escenas más impactantes de "Muere otro día", entrega de la saga de James Bond protagonizada por Pierce Brosnan.

Anécdotas cinematográficas aparte, La Caleta deslumbra tanto por la espectacularidad de su agua y arena como por el entorno histórico en el que se enclava: es la playa del casco antiguo de la ciudad, flanqueada por dos imponente castillos, el de Santa Catalina y el de San Sebastián. Este último, que alberga en la actualidad el faro de la ciudad, se enclava en un islote, donde la tradición clásica ubica el antiguo templo de Kronos.

Tanto La Caleta como la Playa de la Victoria son merecedoras año tras año de la Bandera Azul europea, distinción a la calidad.
 

La Barrosa y Sancti Petri, playas históricas en Chiclana

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La localidad de Chiclana es frecuentada por numerosos alemanes y británicos, muy exigentes con la calidad en la elección de los destinos turísticos. No es de extrañar que se hayan rendido a los encantos de las playas de La Barrosa y Sancti Petri, ambas galardonadas con la Bandera Azul europea. Entre los atractivos reseñables de ambas playas, que distan unos siete kilómetros del centro urbano, destaca su valor histórico. El islote de Sancti Petri era según los geógrafos antiguos el emplazamiento del famoso Templo de Hércules, también llamado Herakleion (asimilado del Melkart fenicio), uno de los santuarios más importantes de Mundo Antiguo.

Hoy en día, Sancti Petri es, además de un lugar de culto para historiadores, una fantástica playa para la práctica del Windsurf, sobre todo cerca del puerto pesquero, donde se forman espectaculares corrientes de viento. También es idónea para la práctica del submarinismo y la pesca.

La playa de La Barrosa, por su parte, se extiende a lo largo de ocho kilómetros, desde el islote de Sancti Petri hasta la llamada Torre del Puerco. Es una de las playas más valoradas en Andalucía y en toda España.

La playa de La Barrosa cuenta con una zona urbanizada con un elegante paseo marítimo salpicado de bares y restaurantes y una segunda más salvaje y virgen, cerca del novo Sancti Petri en dirección a Conil, donde se ubican los mejores chiringuitos en verano.

La Barrosa, al igual que Sancti Petri, goza del distintivo Bandera Azul en reconocimiento a su limpieza y calidad en servicios.
 

Los Caños de Meca y El Palmar en Conil: tras el espíritu "hippie"

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En Los Caños de Meca aún palpita el espíritu "hippie". Refugio de los más bohemios y soñadores, mantiene el encanto propio de una zona virgen. Se compone de gran variedad de calitas para todos los gustos: las hay arenosas, rocosas, con oleaje, tranquilas, nudistas, familiares, marchosas y un largo etcétera.

En cuanto a playas salvajes, la zona del Faro de Trafalgar no tiene parangón, aunque sea necesario extremar las precauciones para el baño. La playa del Pirata o Marisucia tiene un corte marcadamente familiar y son las más concurridas. Cercanas a Barbate están las calas que mejor representan la cara alternativa de Los Caños, con sus playas nudistas donde es habitual escuchar sonidos de tambores tribales.

El Palmar es una extensión del espíritu de Los Caños, pero que mantiene más intacto aún su carácter salvaje y virgen. Se trata de una playa de soledades, con el rumor del océano y de los propios pensamientos casi como única compañía, ideal para desconectar del mundanal ruido y huir de aglomeraciones. Si el visitante se hastía de tanta soledad, puede acercarse a sus afamados chiringuitos que emulan el ambiente ibicenco.

Las playas de Tarifa, paraíso del surf:

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El característico viento de Tarifa encumbra sus playas como retos para todas las modalidades del surf. El windsurf, kitesurf o el surf a secas encuentran en estos arenales unos perfectos campos de entrenamiento.

Punta Paloma es una de las playas más bellas, con su arena muy fina a merced del viento tarifeño y sus aguas, poco profundas y de un intenso color azul. Sus características e itinerantes dunas pondrán a prueba las aptitudes físicas del paseante, quien podrá desde Punta Paloma vislumbrar la costa africana durante los días más claros. En un extremo de la playa se enclava un auténtico balneario natural. Su tierra seca, al contacto con el agua potable procedente de un caño crea una arcilla de fabulosas propiedades. No dude en embadurnarse el cuerpo con esta mezcla y dejarla secar al sol. Sus efectos embellecedores son inmediatos.
 

domingo, 4 de mayo de 2014

En Cádiz por primavera


 
 

Cádiz musulmana

La historia dormida de Yazirat Qadis (Isla de Cádiz)

Fuente: http://terraeantiqvae.com/group/alandalus/forum/topics/la-historia-dormida-de-yazirat-qadis-isla-de-cadiz

Cádiz, fenicia y romana, también fue musulmana. Yazirat Qadis (Isla de Cádiz), volvía a emerger de sus cenizas en periodo almorávide, hasta brillar con luz propia bajo dominio almohade, cuando llegó a convertirse en la primera ciudad andalusí incorporada al emergente imperio marroquí. De aquella relevante urbe delimitada por el recinto amurallado del barrio del Pópulo pocos vestigios existen, y escasas fuentes documentales. Pero suficientes como para certificar que significó mucho más que el poblado de pescadores del que erróneamente se hablaba.

Los recientes y últimos hallazgos localizados en la calle José María Rancés, en la finca donde presumiblemente se erigirá la recreación de las termas romanas de Cádiz, vuelven a zamarrear esta parcela adormilada de nuestro esplendoroso pasado, siempre eclipsado por la fastuosa Gadir, que luego fue Gades.

En este solar ubicado junto a la iglesia de Santa Cruz acaban de aparecer cimentaciones de varias construcciones de época almohade, acompañadas de abundante material y enseres domésticos vinculados a estos vestigios, entre los que figuran una vasija almohade con la decoración típica de la época, piedras de molino y abundante cerámica.

Un yacimiento al que se suman otros cuatro repartidos por el Pópulo, que desde los años 80 -que comenzó la exhumación del Teatro Romano- han dejado al descubierto un tramo de muralla musulmana y de una torre minarete -en la calle San Juan de Dios-, abundante material cerámico y alguna estructura de edificaciones domésticas sobre las gradas del teatro, además de un enterramiento en Santa María, que delimitaría el casco urbano.



Yacimientos que unidos a la traducción de crónicas y libros islámicos dibujan la fisionomía urbana del potente Cádiz almohade, en cuyo despertar tuvo mucho que ver el profesor de Historia Medieval de la Universidad de Cádiz, Juan Abellán (izquierda), que aterrizó en la recién instaurada UCA en el curso 1980-81, desde la Universidad de Granada. "Cuando me dispuse a buscar bibliografía del Cádiz islámico solo encontré un libro maravilloso que editó la Caja de Ahorros de Cádiz titulado El perfil del Cádiz hispanoárabe, de Pedro Martínez Montálbez". Fue entonces cuando decidió crear un equipo de excavación arqueológica que empezó a recorrer toda la provincia, donde comenzaban a resurgir retazos de la cora de Sidonia, en la que Yazirat Qadis se situaba como cabecera de uno de los distritos en que se dividía. Mientras, en Cádiz, resurgían de los trabajos del Teatro Romano abundante cerámica de aquella época, incluso estructuras de viviendas asentadas sobre las gradas del monumento, donde todavía hoy continúan emergiendo restos de la época.

Pero entonces, la historia islámica de la ciudad se situaba en segundo plano, aspecto que Abellán normaliza frente a la "escasa tradición arqueológica medieval existente en aquellos años", en los que esta parte de la historia ni siquiera se consideraba. "Ahora es completamente distinto, afortunadamente".

Juan Abellán fue además pionero en la instauración en los años 80 de las asignaturas Arqueología Medieval e Historia de Al Andalus, que salió de los planes de estudios el pasado año, lamenta. Treinta años de formación que se traducen en toda una generación de antiguos alumnos, actuales historiadores y arqueólogos, que hoy luchan por la protección del patrimonio islámico de la ciudad.



Para ellos, "sin más finalidad que la docente" se embarcó en 1996 en la primer edición de su libro El Cádiz Islámico, a través de sus textos, que editó el Servicio de Publicaciones de la UCA en 1996, y que en 2005 volvió a publicarse con nuevos hallazgos e ilustraciones. "Era primordial fundamentar estos textos con fuentes materiales que permitiesen tener un visión más clara de la historia completa de Cádiz", explica.

A esta obra se suman las memorias de todas las excavaciones arqueológicas que se van incluyendo en revistas como Estudio sobre Patrimonio, Cultura y Ciencias Medievales, que edita el grupo de investigación que lidera en la UCA, así como en la revista RAMPAS de esta institución. En ella se hizo un hueco de honor el artículo Cádiz en la Edad Media, que en 2008 recogía los resultados de la actividad arqueológica en el antiguo Hospital de San Juan de Dios, propiedad del Obispado, cuyos trabajos fueron adjudicados a la empresa Arqueologística S.L. En aquella intervención promovida por la Consejería de Cultura se terminó de constatar que la muralla medieval, tradicionalmente asociada a la obra de Alfonso X, se asienta sobre la muralla musulmana, fechada entre finales del siglo XI y principios del XII. "Lo que hizo el rey cristiano fue terminar de repararla", afirma el Doctor en Cerámica Islámica, Francisco Cavilla. "Así consta en la correspondencia que Alfonso X mantuvo con el pontífice de la época".


Foto: Muralla medieval de Cádiz

Se documentó de este modo la continuación de la muralla de Cádiz catalogada como BIC, que todavía hoy no ha sido puesta en valor, como última muestra -fue hace poco, entre 2008 y 2009- de que el patrimonio almohade permanece a la sombra de Gades y Gadir, según estiman los expertos consultados.



Entre ellos Gemma Jurado (izquierda) gerente de Arqueologística, que participó en esta excavación y en la que se está acometiendo actualmente en la calle José María Rancés, quien asegura que hasta la fecha "no conocemos ningún proyecto de conservación, ni restauración, ni de apertura al público" de este relevante hallazgo.

Su trabajo, junto al de otros muchos colegas de la profesión, ha contribuido a dibujar la hipotética fisionomía urbana del Cádiz islámico, que se asienta en los textos.

Es el caso de la mezquita, que se localizaría en lo que hoy es Santa Cruz. "Siempre ha llamado la atención que la cabecera del templo esté orientada hacia el sudeste, La Meca. Además, la torre campanario no está pegada al edificio, lo que nos hace pensar en un minarete". En un grabado expuesto en el Archivo de Simancas (Valladolid) se observa también sobre la actual torre campanario de la Contaduría "el yamur, un elemento propio de las mezquitas, que todavía conservaba en época cristiana las tres bolas de bronce, sustituyéndose la media luna islámica por la veleta y la cruz", informa Francisco Cavilla. Una construcción a la que iría estrechamente vinculada los baños, "en cuanto al importante ritual de limpieza y purificación del cuerpo y el alma que acometían", dice.



La Catedral Vieja de Cádiz, o actual Iglesia de Santa Cruz

Otro de los enclaves arquitectónicos de las ciudades islámicas es el Castillo de la Villa construido sobre el Teatro Romano, denominado en las fuentes musulmanas como Castillo del Teatro. "Aquí se han documentado restos de viviendas -incluso en las últimas excavaciones realizadas por la UCA-, en las que se aprovecharon las galerías del teatro como almacenes o vertederos".

"Asimismo, las tres puertas del Pópulo también existían entonces, mientras que el cementerio musulmán se ubicaría en Santa María, como demuestra el enterramiento hallado bajo las viviendas proyectadas en Concepción Arenal por Álvaro Siza. Necrópolis que marcaría el límite urbano de la ciudad", comenta el profesor de la UCA Juan Abellán.

Ésta es la historia tímidamente narrada y excavada de una urbe que comenzó a crecer en el siglo XI, en periodo almorávide, cuando el califato de Córdoba empezaba a extender sus dominios, hasta dotar de sistema defensivo toda la zona costera, "alcanzando su máximo apogeo en el siglo XII".

Momento que coincidió con la implantación de las dinastías norteafricanas, que aumentarían la conexión entre los territorios de la Península Ibérica y el Magreb, posicionando a Cádiz entre las vías comerciales del Atlántico. Es la historia todavía dormida de Yazirat Qadis, todavía subyacente, pero latente, bajo el barrio del Pópulo.